Un compañero del club de montaña me
ofrece el quedar para hacer una ruta en bici con otros dos amigos más.
El perfil de la ruta inicialmente planteado es una serie de "dientes de
sierra" con varias subidas y bajadas, en la zona de Patones, aunque luego variaríamos la ruta, por otra un tanto peculiar.
(pincha en las imágenes para verlas más grandes)
Track: Grabado in situ por uno de mis compañeros (pincha aquí para acceder al track en wikiloc)
Fecha: 11 de noviembre de 2012
Descripción
Partimos y nos dirigimos hacia la conocida zona de escalada de Patones junto a la presa del Pontón de la Oliva, cruzando por la pasarela que hay para cruzar aguas arriba de la presa.
Track: Grabado in situ por uno de mis compañeros (pincha aquí para acceder al track en wikiloc)
Fecha: 11 de noviembre de 2012
Descripción
Al final mi compañero no puede ir pero quedo con los otros dos amigos, Pedro y David, para hacer la ruta. El día en cuestión quedamos muy tempranito y nos desplazamos en coche hacia el párking del Pontón de la Oliva.
En el viaje, David y Pedro me comentan que han decidido cambiar la ruta, porque les parecía que iba a ser mucha paliza la ruta en "dientes de sierra" y que han planeado otra ruta en la que "te pegas un atracón de todo el rato subida hasta el km 20, ¡pero que luego ya es todo bajada!". La idea me parece muy peregrina, pues está claro que es mejor que haya "descansos" en las subidas donde recuperarse y no pegarse semejante atracón. Tengo claro que no saben de lo que están hablando y que su planteamiento, en contra de lo que pretenden, va a ser más duro que la ruta inicialmente propuesta; no obstante no insisto mucho en ello, pues tampoco es cuestión de revolucionar la ruta planteada cuando ya estamos casi preparados para iniciarla, y además en el fondo me resulta curioso el "reto". Tengo que decir, que estos amigos de mi compañero, que ya conocía de alguna otra vez, aunque le dan frecuentemente a la bici, no son unos deportistas de un cierto rendimiento, aunque en ese momento confiaba en que tuvieran capacidad suficiente para hacer la ruta sin demasiados problemas.
Siendo, tanto ésta como la ruta inicialmente prevista, una ruta de unos 50 km, calculaba que, por mucho desnivel que tuviera, deberíamos habérnosla ventilado en menos de 4 horas incluyendo paradas y todo. Por eso, y ya lo había hablado con todos previamente a la quedada, yo había quedado en casa para llegar a comer.
En el párking próximo al Pontón de la Oliva, descargamos las bicis y nos preparamos para hacer la ruta. Hace bastante frío, pero vamos bien equipados. Nos hacemos una fotillo antes de partir.
Foto antes de iniciar la ruta |
Partimos y nos dirigimos hacia la conocida zona de escalada de Patones junto a la presa del Pontón de la Oliva, cruzando por la pasarela que hay para cruzar aguas arriba de la presa.
En la pasarela de la presa del Pontón de la Oliva |
Tras la pasarela tenemos un poco de lío de por donde va la ruta, pues hay varios senderos mezclándose con los que van a las vías de escalada. Nos tiramos por una fuerte pendiente y luego no resulta ser por ahí, así que tenemos que remontarla bajados de la bici, para recobrar el sendero correcto. El sendero no resulta del todo ciclable, por lo que vamos discurriendo por él todo lo que podemos montados en las bicis, pero de vez en cuando nos toca bajarnos de ellas para pasar algún paso. El GPS marca las pendientes máximas de subida y bajada en esta zona, pero son ficticias puesto que como digo tenemos que bajarnos de la bici de vez en cuando.
Según nos alejamos de esta zona el sendero se vuelve más ciclable y ya seguimos sin tener que bajarnos de la bici. El entorno es muy agradable y el hecho de circular ya sin interrupciones nos hace disfrutar bastante a pesar del frío. Un poco más adelante, en una zona arbolada y muy verde hacemos una parada y retrocedemos alternativamente para grabar unas pequeñas tomas de vídeo recorriendo de nuevo los últimos metros realizados.
Seguimos por zona sombría y el frío está bien presente. Damos a un camino mas amplio en el que aparecen con frecuencia grandes charcos que debemos esquivar si podemos, y si no pasar por donde sea menos problemático. Finalmente llegamos a la presa de la Parra.
Hacemos una paradita donde además de grabar un trocito de video comemos alguna barrita y nos hacemos alguna foto
Hacemos una paradita donde además de grabar un trocito de video comemos alguna barrita y nos hacemos alguna foto
Cruzo en primer lugar la presa y mis compañeros esperan con objeto de que pueda grabarles en vídeo mientas la cruzan. El cruce es una pararela muy estrecha con altas barandillas a los lados. El suelo son pequeñas losas de hormigón que se tambalean según vas pasando, lo que unido a que la anchura, tanto del suelo como a la altura del manillar de la bici, que es poco más que la del manillar de la bici pasando ambos puños casi rozando la barandilla, obliga a ir muy concentrado si la quieres pasar montado. En el fondo es un pequeño reto aunque tampoco resulta muy difícil; es más un problema de concentración que de otra cosa.
Cuando han cruzado mis compañeros, yo vuelvo a cruzarla hacia el punto incial para volver a cruzarla de nuevo y que me puedan grabar a mí también en vídeo.
Cuando han cruzado mis compañeros, yo vuelvo a cruzarla hacia el punto incial para volver a cruzarla de nuevo y que me puedan grabar a mí también en vídeo.
Dejamos la presa atrás y pocos metros más adelante empieza la interminable subida. Intentamos ir juntos, pero yo soy incapaz de ir con marchas tan cortas como llevan mis compañeros, así que prefiero tirar para adelante a mi ritmo y con marchas más largas subo a mayor velocidad, entre otras cosas porque si no me caigo.
Después de un rato de subida llego a una especie de collado donde confluyen varios caminos; es el momento de parar para reagruparnos y que nadie se vaya por otro sitio. Hay otros ciclistas allí parados con los que charlo un rato, pero luego se van. Al cabo de un rato sube un ciclista por donde he subido yo. Me dice que ha adelantado a mis compañeros, pero que tenga paciencia porque todavía les queda un rato. Yo ya he hecho pis, he comido algo, me he hidratado, trasteo con el móvil... por lo menos pega el solecillo y no se está mal, aunque no me gusta la idea de que se me queden los músculos demasiado fríos porque todavía queda bastante subida.
Finalmente llegan mis compañeros, que también aprovechan la paradilla para comer algo.
Seguimos la ruta y rápidamente vuelvo a entrar en calor, pues además enseguida hay algunas pendientes fuertes. David y yo subimos más o menos juntos, pero cuando miro atrás veo que Pedro no solo se va quedando atrás sino que ya se baja de la bici para hacer los metros más empinados... mal asunto pues todavía queda un buen trozo de subida. Hacemos una nueva parada para reagruparnos.
Seguimos. Las pendientes no cesan, y aunque vayamos parando a esperar a Pedro, nada más reiniciar la marcha tras alcanzarnos se sigue volviendo a quedar atrás, y se le ve que empieza a recurrir con relativa frecuencia a bajarse de la bici y subir andando.
Llega un momento que David también se empieza a descolgar y yo no puedo subir tan despacio (van con marchas muy cortas y haciendo lo que se conoce como "hacer el molinilllo"), así que opto por seguir solo y ya les esperaré más arriba, como antes. Subo y les espero en un sitio donde hay dos posibles caminos. Tras un rato de espera llegan y continuamos, aunque inmediatamente me vuelvo a quedar solo.
Cuando llego al siguiente cruce de caminos donde pudiera haber conflicto, ya arriba del todo, me paro a esperarles... pasan un montón de minutos... excesivos... me parece ya demasiado... Finalmente pienso que han debido tener un pichazo o algún percance y tiro para abajo retrocediendo. Mi sorpresa es mayúscula cuando al cabo de un rato de bajar los veo a los dos subiendo andando, bajados de la bici y charlando amigablemente... ¡para matarles!... y yo que pensaba que les había pasado algo. Les consigo convencer de que se suban en la bici que ya no queda mucho de subida, lo cual ya había constatado pues en el punto donde había parado y desde el cual había bajado a buscarles ya suavizaba la pendiente y se veía que no faltaba mucho para la cota más alta.
Cuando llego al siguiente cruce de caminos donde pudiera haber conflicto, ya arriba del todo, me paro a esperarles... pasan un montón de minutos... excesivos... me parece ya demasiado... Finalmente pienso que han debido tener un pichazo o algún percance y tiro para abajo retrocediendo. Mi sorpresa es mayúscula cuando al cabo de un rato de bajar los veo a los dos subiendo andando, bajados de la bici y charlando amigablemente... ¡para matarles!... y yo que pensaba que les había pasado algo. Les consigo convencer de que se suban en la bici que ya no queda mucho de subida, lo cual ya había constatado pues en el punto donde había parado y desde el cual había bajado a buscarles ya suavizaba la pendiente y se veía que no faltaba mucho para la cota más alta.
Efectivamente llegamos al punto donde había llegado antes y aunque todavía hay que continuar unos cuantos metros hacia el punto más alto las pendientes son más suaves, incluyendo algún llanito.
Llegamos al punto más alto y toca parar, recrearse con las vistas y fotografiarse, pues significa que hemos vencido el cuestón que ha durado desde el km 8 de la ruta hasta el 21 todo con pendientes considerables y en ellos hemos ganado casi 800 m de altitud sin ningún tramo de descanso. Hemos llegado a 1500 m de altitud en éste que es el punto más alto de la ruta.
Foto en el punto más alto de la ruta |
Desde aquí el paiasje es magnífico |
Iniciamos el descenso. Aquí mis compañeros van despendolados. La verdad es que después de tantos kilómetros tan cuesta arriba, es una pasada este descenso tan largo y pronunciado. Son muchos kilómetros descendiendo a toda pastilla sin tener que pedalear y jugándote el físico; son aproximadamente 10 kilómetros ininterrumpidos, una pasada, e incluso después, aunque con alguna interrupción, sigue habiendo tramos de descenso casi seguidos. Lo único malo es que sigue haciendo bastante frío a pesar del sol, en parte lógico a esta altitud, y en el descenso con la velocidad que cogemos y sin quemar calorías resulta que se te congelan pies y manos. Tenía la sensación de que las manos se me iban a caer a cachos y lo llegué a pasar un poco mal en ese sentido; cuando podía iba abriendo y cerrando los puños alternativamente para bombear sangre. La verdad es que el tema de guantes en condiciones muy frías es un terrible dilema entre la transpiración (y que no se ten encharquen de sudor las manos en las subidas) y la protección térmica y contra el aire, pero creo que desde entonces (esta ruta la hice en 2012 como indico al principio) he ido perfeccionando este asunto.
Continuamos hacia Alpedrete de la Sierra. Sigue habiendo bastantes bajadas, pero ya aparecen algunos llanos y algún que otro repecho, así que se vuelven a ir quedando descolgados David y Pedro. Yo ya empiezo a ver que voy mal de hora para ir a comer a casa, pero si no nos dormimos mucho tampoco llegaría a una hora muy escandalosa a casa. Lo malo es que no consigo tirar lo suficiente de David y Pedro.
Cuando llegamos a Alpedrete de la Sierra David propone quedarnos a comer, pues ya es la hora y además está bastante cansado y le vendría bien una parada consistente. Yo le digo que si hace una parada tan larga luego le va a costar más seguir y además que yo había quedado en ir a comer a casa y en eso habíamos quedado entre nosotros. Un poco a regañadientes seguimos.
Tras salir de Alpedrete de la Sierra y encaminarnos a las zonas de escalada de Patones, en concreto a la parte superior de los sectores del lado este, empieza a haber repechillos. Intento tirar de Pedro y David, pero me resulta deseperante. Van a un ritmo excesivamente lento y yo voy desesperado parándome a esperarles y mirando el reloj. Toda esta parte me resulta un calvario por ese motivo. En una de las numerosas paradas de espera en la que tengo cobertura aprovecho para llamar a casa y avisar que voy a llegar supertarde... me dicen que ya han comido, que no me iban a esperar indefinidamente... evidentemente en casa no ha sentado nada bien el asunto, pero reconozco que tengo bastante culpa por haber sido demasiado optimista con el tiempo que nos iba a llevar la ruta yendo en grupo.
Finalmente llegamos a la zona del descenso a la presa del Pontón de la Oliva donde se vuelve a coger velocidad y nos lanzamos cuesta abajo. Luego queda unos buenos repechos para subir al párking donde estaba el coche. Estos repechos son fuertes y de hecho Pedro los subió andando, y no recuerdo bien si David también llegó a bajarse de la bici o consiguió aguantarlos.
Nos adecentamos un poco y recogimos, y ya nos dirigimos en coche hacia Torrejón, donde evidentemente llegué muy tarde y recurrí a una especie de comida-merienda. Cuando David me pasó el track de la ruta que grabó con el GPS vi que habíamos superado holgadamente las 6 horas, cuando pienso que deberíamos haber tardado menos de 4 horas.
La verdad es que aunque hablamos de hacerlo, desde entonces no me han vuelto a llamar para quedar. En cierto modo es lógico, pues, aunque no hubo ningún mal rollo, para nada, fue evidente que llevamos ritmos muy diferentes y no nos acoplamos del todo bien en ese sentido. Lo cierto es que normalmente no me importa ir a ritmos medios más tranquilos o hacer rutas más suaves y parar todo lo que haga falta, muchas veces lo hago así y disfruto igual, pero siempre que no lleve el tiempo tasado. De hecho en general cuando voy con gente me gusta ir más tranquilo y en plan pandilla que cuando voy solo. Cuando voy solo depende: unas veces voy tranquilo investigando caminos y otras voy más en plan deportivo, pero es en cierto modo lógico al ir solo. De todas formas, más que de ritmos, pues yo tampoco me caracterizo por llevar ritmos excesivamente altos, el problema realmente fue que a David y a Pedro esta ruta, al menos en ese momento, les quedaba un poco grande, ya no solo por la suma de distancia y desnivel, sino también por la larga cuesta de 13 km de fuertes pendientes sin interrupción.
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