Año 2017. Participantes: Ximo y yo
Ruta alicantina muy bonita y bastante recomendable, aunque bastante técnica especialmente por la zona de la Font de la Duenya, donde nos va a tocar hacer un poco el cabra, eso sí disfrutando del entorno. En general vamos a encontrar unos paisajes magníficos en todo el recorrido, con una ruta bastante divertida.
El perfil, con sus datos son los siguientes:
Índice IBP: 34
Fecha: 21 de agosto de 2017
Volvemos a quedar en la aldea de El Salse, esta vez a las 16h, por los mismos motivos que la vez anterior: el hueco horario que teníamos disponible. En verano a esas horas a uno le apetecen otras cosas antes que ponerse a subir cuestas con la bici, pero es lo que hay.
Salimos de El Salse y enseguida nos dirigimos hacia la Sierra de la Solana, concretamente a la zona conocida como La Rambla.
Una vez llegamos a la zona empezamos a subir por el camino, entre las sombras de los árboles que hacen más llevadero estos inicios a estas horas.
Llega un momento en el que abandonamos el camino. Vamos por... no sé si se puede calificar de senderos, el lecho del arroyo..., pero está todo bastante roto, así que no es que se suba con mucha facilidad por ahí y es complicado pasar por algunos sitios sin llegar a poner un pie en el suelo.
Nos tiramos un buen rato con esa tónica de subida. Viendo el mapa es normal ya que vamos todo el rato subiendo por el fondo del arroyo, que está seco. Vamos... una subida de cabras auténtica por el corazón de esta sierra, que desgasta al más pintado. Yo ya estoy pensando internamente que si es toda la ruta así ni de coña la aguanto. Además conozco el primer lugar al que nos dirigimos y sé que precisamente no es nada fácil llegar en bici hasta allí, de hecho ni siquiera se me había pasado nunca por la cabeza.
Finalmente llegamos a la Font de la Duenya, lo que supone un cierto alivio hacer una breve parada en este sitio tan agradable. Llevamos nada más que 10 km de recorrido, pero han sido algo intensos en esta última parte.
Enseguida reanudamos la marcha y salimos del lugar por donde me sospechaba y me temía... un sitio que ya conocía, por pertenecer al PR que varias veces he recorrido, tan roto y salvaje como empinado. Afortunadamente este pequeño calvario no es excesivamente largo y no tardamos mucho en llegar arriba. Ximo me consuela diciendo que ya hemos pasado lo peor y que el resto de la ruta ya no es tan salvaje. Afortunadamente sería así.
Continuamos cogiendo caminillos con tendencia general de suave descenso que resultan muy agradables y saben a gloria después de lo que hemos dejado atrás. Son un buen remedio para irse recuperando física y moralmente.
Cogemos unos senderos que nos llevan a media ladera hacia la Font de Ballester. La visión paisajística es muy amplia. Ximo me comenta que es la primera vez que pasa por aquí y disfruta del paisaje, ya que por lo visto siempre ha pasado con otros compañeros de un grupo ciclista que siempre van con el cuchillo entre los dientes y le llevan a toda pastilla como si les fuera la vida en ello.
El sendero es más o menos horizontal y recto, pero a veces se adentra y sale para cruzar un barranco, y también hay algún repecho. Como el sendero es muy estrecho y está plagado de piedras sueltas, cuando además se junta que es en subida y encima hay vegetación que te estorba, tienes que pasar con una cierta maña para no acabar poniendo un pie en el suelo.
Finalmente llegamos a la Font de Ballester, un lugar con una mesa merendero un tanto deteriorada y un pequeño espacio de esparcimiento, además de la fuente. Allí hacemos una parada de relax.
Continuamos. Ahora toca remontar un repecho algo más grande, que además cuesta un poco más al habernos "enfriado" un poco con la parada en la Font de Ballester. Ximo me saca bastante ventaja aquí, pero al final acabo llegando arriba juntándome con él.
Estamos en la parte alta de las media laderas que hemos recorrido en esta última parte. De hecho desde algún sitio se llega a ver que va más abajo el sendero por el que hemos pasado antes.
El sendero se ha vuelto camino y las pendientes ya son más agradecidas. Además el sol ha bajado y ya no aprieta tanto. Recorremos por esta parte alta en dirección hacia donde habíamos pasado antes de meternos en los senderos a media ladera.
Llegamos a conectar con el recorrido que habíamos hecho de ida, pero poco metros más adelante me tiene Ximo preparada una sorpresita. Hay que salirse por la izquierda y coger una larga trialera con mucha roca que baja casi directa como un tobogaán desde esta parte alta hasta el fondo del valle; su visión desde aquí arriba puede llegar a impresionar un poco, pero hay que echarse . El reto es conseguir bajarla entera sin poner ningún pie en el suelo. Ximo prácticamente lo consigue y yo hago gran parte, pero a mitad acabo apoyando en un vaivén de desequilibrio. También hay que decir que Ximo con una bici 29 pulgadas de gama alta y doble suspensión juega con ventaja frente a mi modesta 26 pulgadas rígida con la que voy rebotando de roca en roca como si fuera un pinball. En cualquier caso la trialera constituye una buena diversión
Tras la trialera en un corto tramo de descenso más suave y normal acabamos enlazando con la zona de la Rambla, cogiendo el camino que usamos para subir, pero ahora en descenso en dirección contraria.
Bajando vemos al nuestro lado izquierdo el "Cantal Ferrat", que es una roca con una inscripción. La roca no sé si tiene algún interés especial, en sí, pero lo que tiene es una placa escrita en valenciano que dice literalmente "Camí Reial De Jaume I de València a Murcia", refiriéndose lógicamente al camino. La tradución es bastante evidente: Camino Real de (el rey) Jaime I de Valencia a Murcia.
Continuamos nuestra ruta saliendo ya completamente de la sierra de la Solana y dirigiéndonos a nuestro punto de partida en la aldea de El Salse, cuando mi amigo Ximo insiste en que pruebe su bici. Hacemos intercambios de bici y es cuando me doy cuenta de la enorme diferencia que hay entre una y otra... la verdad es que no se me podía pasar por la cabeza que iba a notar tanta diferencia y por ello no había reparado en ello, pero visto lo visto me quedo totalmente convencido de que tengo que renovar la bici más pronto que tarde (y así ha sido, jeje). Para los que tengan interés y como creo que merece un artículo aparte, en otro artículo específico expondré las diferencias que claramente se pueden percibir entre dos bicis como la que he usado en esta excursión y la nueva que me he acabado comprando.
Una vez llegados al punto de partida, y viendo que la cosa al final había ido bien, Ximo me propone quedar otro día para hacer otra ruta más exigente física y técnicamente... lo que pasa es que, aunque lo intentamos con insistencia, la propuesta finalmente se queda en el tintero por no poder encontrar otro hueco antes de que yo me volviera a Madrid; no sé si verdaderamente ha sido una lástima o... ¿he sido realmente afortunado por librarme de lo que no iba a ser precisamente un paseillo placentero sino seguramente más propio del masoquismo?... jajajaja.
Finalmente llegamos a la Font de la Duenya, lo que supone un cierto alivio hacer una breve parada en este sitio tan agradable. Llevamos nada más que 10 km de recorrido, pero han sido algo intensos en esta última parte.
Enseguida reanudamos la marcha y salimos del lugar por donde me sospechaba y me temía... un sitio que ya conocía, por pertenecer al PR que varias veces he recorrido, tan roto y salvaje como empinado. Afortunadamente este pequeño calvario no es excesivamente largo y no tardamos mucho en llegar arriba. Ximo me consuela diciendo que ya hemos pasado lo peor y que el resto de la ruta ya no es tan salvaje. Afortunadamente sería así.
Continuamos cogiendo caminillos con tendencia general de suave descenso que resultan muy agradables y saben a gloria después de lo que hemos dejado atrás. Son un buen remedio para irse recuperando física y moralmente.
Cogemos unos senderos que nos llevan a media ladera hacia la Font de Ballester. La visión paisajística es muy amplia. Ximo me comenta que es la primera vez que pasa por aquí y disfruta del paisaje, ya que por lo visto siempre ha pasado con otros compañeros de un grupo ciclista que siempre van con el cuchillo entre los dientes y le llevan a toda pastilla como si les fuera la vida en ello.
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| Sendero a media ladera con amplias vistas paisajísticas |
El sendero es más o menos horizontal y recto, pero a veces se adentra y sale para cruzar un barranco, y también hay algún repecho. Como el sendero es muy estrecho y está plagado de piedras sueltas, cuando además se junta que es en subida y encima hay vegetación que te estorba, tienes que pasar con una cierta maña para no acabar poniendo un pie en el suelo.
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| El sendero se adentra para superar un barranco. La vegetación a veces estorba un poco |
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| Al otro lado se intuye perfectamente la diagonal en subida del sendero. |
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| Ya estamos al otro lado del barranco, vista hacia por donde hemos pasado antes. También se intuye el sendero |
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| Tramo en subida. Nos cruzamos con un par de ciclistas, pero salvo eso no vimos a nadie más en todo el recorrido |
Finalmente llegamos a la Font de Ballester, un lugar con una mesa merendero un tanto deteriorada y un pequeño espacio de esparcimiento, además de la fuente. Allí hacemos una parada de relax.
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| En la Font de Ballester |
Continuamos. Ahora toca remontar un repecho algo más grande, que además cuesta un poco más al habernos "enfriado" un poco con la parada en la Font de Ballester. Ximo me saca bastante ventaja aquí, pero al final acabo llegando arriba juntándome con él.
Estamos en la parte alta de las media laderas que hemos recorrido en esta última parte. De hecho desde algún sitio se llega a ver que va más abajo el sendero por el que hemos pasado antes.
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| En la ladera en sombra, por abajo podemos llegar a distinguir el sendero por el que hemos pasado a la ida |
El sendero se ha vuelto camino y las pendientes ya son más agradecidas. Además el sol ha bajado y ya no aprieta tanto. Recorremos por esta parte alta en dirección hacia donde habíamos pasado antes de meternos en los senderos a media ladera.
Llegamos a conectar con el recorrido que habíamos hecho de ida, pero poco metros más adelante me tiene Ximo preparada una sorpresita. Hay que salirse por la izquierda y coger una larga trialera con mucha roca que baja casi directa como un tobogaán desde esta parte alta hasta el fondo del valle; su visión desde aquí arriba puede llegar a impresionar un poco, pero hay que echarse . El reto es conseguir bajarla entera sin poner ningún pie en el suelo. Ximo prácticamente lo consigue y yo hago gran parte, pero a mitad acabo apoyando en un vaivén de desequilibrio. También hay que decir que Ximo con una bici 29 pulgadas de gama alta y doble suspensión juega con ventaja frente a mi modesta 26 pulgadas rígida con la que voy rebotando de roca en roca como si fuera un pinball. En cualquier caso la trialera constituye una buena diversión
Tras la trialera en un corto tramo de descenso más suave y normal acabamos enlazando con la zona de la Rambla, cogiendo el camino que usamos para subir, pero ahora en descenso en dirección contraria.
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| Superada la trialera la pendiente abajo ya no es tan exagerada y suaviza |
Bajando vemos al nuestro lado izquierdo el "Cantal Ferrat", que es una roca con una inscripción. La roca no sé si tiene algún interés especial, en sí, pero lo que tiene es una placa escrita en valenciano que dice literalmente "Camí Reial De Jaume I de València a Murcia", refiriéndose lógicamente al camino. La tradución es bastante evidente: Camino Real de (el rey) Jaime I de Valencia a Murcia.
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| El "Cantal Ferrat" |
Continuamos nuestra ruta saliendo ya completamente de la sierra de la Solana y dirigiéndonos a nuestro punto de partida en la aldea de El Salse, cuando mi amigo Ximo insiste en que pruebe su bici. Hacemos intercambios de bici y es cuando me doy cuenta de la enorme diferencia que hay entre una y otra... la verdad es que no se me podía pasar por la cabeza que iba a notar tanta diferencia y por ello no había reparado en ello, pero visto lo visto me quedo totalmente convencido de que tengo que renovar la bici más pronto que tarde (y así ha sido, jeje). Para los que tengan interés y como creo que merece un artículo aparte, en otro artículo específico expondré las diferencias que claramente se pueden percibir entre dos bicis como la que he usado en esta excursión y la nueva que me he acabado comprando.
Una vez llegados al punto de partida, y viendo que la cosa al final había ido bien, Ximo me propone quedar otro día para hacer otra ruta más exigente física y técnicamente... lo que pasa es que, aunque lo intentamos con insistencia, la propuesta finalmente se queda en el tintero por no poder encontrar otro hueco antes de que yo me volviera a Madrid; no sé si verdaderamente ha sido una lástima o... ¿he sido realmente afortunado por librarme de lo que no iba a ser precisamente un paseillo placentero sino seguramente más propio del masoquismo?... jajajaja.
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