Año 2019. Participantes: Ángel MP, Goyo y yo
Queda una semana para la prueba de La Matanza, en Valdemanco, a la que nos hemos apuntado, además de Julia y Ángel MF, Goyo y yo, así que los dos nos proponemos hacer una ruta algo exigente que nos sirva de cierto entrenamiento, ya que las fiestas Navideñas ha hecho estragos en nuestra forma física. Tras tener pensada repetir una ruta que hicimos hace unos meses, se nos une Ángel MP en principio para hacer esa ruta que hemos previsto Goyo y yo, pero luego nos propone otra ruta que aceptamos encantados, pues nos indica que también es bastante exigente y así no repetimos la misma ruta.
El perfil, con sus datos son los siguientes:
El perfil, con sus datos son los siguientes:
Track: Grabado in situ y eliminado de algunos puntos erráticos (pincha aquí para acceder al track en wikiloc).
Fecha: 13 de enero de 2019
Llegamos a Soto del Real. Por el camino en coche hemos ido decidiendo sobre la marcha lo de la ruta a hacer que he comentado en la introducción. Nos bajamos del coche y empezamos a descargar las bicis y prepararnos. Hace un frío de narices, así que nos equipamos bien contra el frío... hace nada menos que -4ºC (bajo cero) como enseguida comprobaremos, y eso montando en bici que te da una cierta velocidad ocasiona una sensación térmica mucho más baja todavía.
Estamos listos y echamos a rodar, el termómetro que llevo en la bici al principio no lo marcaba, pues todavía estaba con el calentito de haber ido dentro del coche, pero ahora ha ido cayendo en picado y llega a marcar por debajo de -3,5ºC, cerca de los -4ºC. Vamos casi en silencio encogidos por el frío, esperando pacientemente que la subida de Soto hacia Miraflores nos haga ir entrando en calor.
Curiosamente a mitad de camino de Miraflores el termómetro empieza a subir a toda prisa... no sé si es el efecto de la inversión térmica (estamos subiendo altitud), o de que el amanecer empieza a luchar contra los efectos de la gélida noche que ha debido ser la pasada. Llegando ya a la altura de Miraflores el termómetro llega a superar los 8º: increible un cambio de unos 12ºC de diferencia en tan breve espacio de tiempo.
Abandomamos el camino que lleva a la Fuente del Cura para coger el que sube hacia el puerto de la Morcuera, y en la primera zeta ya optamos por hacer una parada para quitarnos ropa. Yo incluso me llego a poner los guantes de verano que no tienen dedos.
Continuamos con la subida hacia el puerto de la Morcuera, pasando por la Fuente de la Parada del Rey en la que no paramos porque vamos bien provistos de agua. De esta forma vamos subiendo con un ritmo bastante constante hasta la barrera del final del camino, donde tenemos que bajar de la bici para cruzarla y subir los últimos 2 km por la carretera hasta coronar el puerto.
Coronamos el puerto, donde comemos algún plátano y alguna cosilla más para recuperar fuerzas... no en vano ya hemos hecho unos 16 km con casi 900 m de desnivel positivo. Aprovecho para cambiarme a los guantes intermedios porque ahora con los de verano iré un poco justo Allí en el puerto otros ciclistas que están unos metros más adelante tienen un problema con una cala que se les ha enganchado y no encuentran el modo de soltarla; nos piden ayuda y vamos a echarles una mano... el tema está complicado, pero despues de un puñado de minutos peleándolo, Ángel consigue soltarlo. Nos despedimos y reanudamos nuestra ruta.
Continuamos al otro lado del puerto, bajando un tramito de unos 2 kilómetros por la carretera pasando por la fuente Cossío y el Refugio de la Morcuera, y nos salimos de la carretera por un camino que sale por la derecha y tiene una puerta. Ese camino, en el que ya empezamos a encontrarnos importantes placas de hielo, baja un poco a cruzar el arroyo y luego empieza a subir.
Seguimos con nuestro ritmillo de sin prisa pero sin pausa, subiendo hasta que la pendiente cede y aparece una bifurcación. El camino sigue por la derecha y por la izquierda, y de frente tenemos un cortafuegos que sube directo hacia las cimas. Para mi sorpresa no se sigue por ninguno de los dos caminos, sino por el cortafuegos, que en realidad es el PR-28.
Empezamos a subir por el cortafuegos, con una pendiente fuerte y un terreno muy irregular y suelto, así que la subidita hay que hacerla con calma si se quiere completar bien. Yo recurro en algún momento a hacer alguna que otra zeta a lo ancho del cortafuegos, para intentar hacer algo más abordable la pendiente.
Finalmente llegamos arriba, que es la cima de Peñas Viborizas (1788m). Este es el punto de mayor altitud de toda la ruta. Realmente el PR-28 que hemos cogido es un cortafuegos que va siguiendo el cordal, pasando por todas las cimas. El recorrido en consecuencia que nos vamos encontrando es bastante entretenido, con bajadas que son casi campo a través y subidas del mismo estilo que afortunadamente no son excesivamente largas y con un poco de empeño se dejan hacer.
Con esta tónica vamos pasando cimillas intermedias: Cancho de los Altares, Peña Mingomolinera y alguna más, hasta llegar a la cima del Espartal (1733m), coronada con un vértice geodésico. Aquí, en la cima del Espartal, tenemos que cruzar al otro lado de una valla para continuar así que, tras unos breves instantes de contemplar el paisaje, procedemos a ello.
Siguiendo el cordal tenemos ahora un divertido descenso hasta el collado de las Fuentes (1613m) y la posterior subida al Cerro del Águila (1658 m).
En el Cerro del Águila soltamos las bicis y nos encaramamos a unas rocas que hay al otro lado de la valla para contemplar las fabulosas vistas que hay del embalse de la Pinilla, el valle de Rascafría y el macizo de Peñalara. Allí nos entretenemos identificando los lugares que se ven, que son muchos en un día tan clareado como hoy, hacemos algunas bonitas fotos y picamos algunas cosillas para reponer fuerzas.
Continuamos nuestro recorrido en la misma dirección. Bajamos por las laderas y llegamos al collado de El Portachuelo, para continuar hacia el siguiente cerro, por el que el recorrido solo sube un poco y esquiva su cima por la izquierda pasando por un hombro que hay.
En el siguiente collado el recorrido (PR-28) baja por la derecha y continúa avanzando a media ladera. En esta zona a media ladera, el PR-28 se ve que vuelve mucho más abajo y convertido en un camino en condiciones, despues de haber seguido hasta bastante más adelante. Para ahorrarnos el "vaiven" y darle más diversión al asunto, intentamos atajar bajando de forma bastante directa por una trialera a la que enseguida perdemos la pista al haber quedado enterrada entre las hojas del bosque; así que enseguida acabamos bajando de forma directa, pendiente abajo campo a través por este bosque con una buena inclinación esquivando árboles, ramas, troncos cortados... muy aventurero.
Llegamos al camino y tras unos metros iniciales más tranquilos, por él emprendemos un descenso en el que se coge bastante velocidad. Por la parte baja van aparecen edificaciones y algo de actividad humana, así que tenemos que tener cuidado con la velocidad que bajamos para no llevarnos un perro por delante o algo así. Así llegamos hasta acceder a la carretera M-629 antes de llegar a la población de Canencia.
Cogemos dicha carretera por la que hay que ir un tramito en dirección al puerto de Canencia, pasando junto al Refugio de Canencia. Nada más pasar el Refugio de Canencia la carretera cruza el arroyo mediante un puente e inmediatamente pasado el mismo sale un camino por la izquierda, que es el que vamos a coger ahora.
En el inicio del camino hay una barrera y hay unas placas de hielo impresionantes, así que tenemos que aproximarnos con cuidado y cruzar la barrera. Ya al otro lado de la barrera continuamos y cruzamos otro arroyo cuyo cauce está mitad cubierto de nieve, mitad circulando cierto caudal de agua; si hubiera ido solo o primero seguramente me habría bajado de la bici para cruzarlo, pero como veo que Ángel se mete por mitad de la nieve y por todo el cauce y cruza sin problema pues Goyo y yo no lo pensamos y hacemos lo mismo.
Este camino, que sube al puerto de Canencia, tiene nada más cruzar el arroyo unas zetas iniciales realmente asfixiantes, puesto que además de la considerable pendiente es una subida bastante técnica con mucha roca y trozos de ramas, así que hay que acometerla con frialdad, temple y pensando bien los puntos de paso con la bici si no quieres acabar con los pies en el suelo, puesto que ademas son unos cuantos metros los que hay que subir así y es necesario dosificarse y economizar energías.
Por la izquierda se incorpora un camino justo donde finalizan estas demoledoras zetas iniciales: es nuestro ya archiconocido PR-28 al que nos incorporamos. Realmente si lo hubiéramos cogido desde el principio, a la entrada de la población de Canencia, nos habríamos ahorrado el tramito de carretera y estas insufribles zetas, pero supongo que Ángel nos ha traído por las zetas por eso de meternos por las zonas más exigentes.
El PR-28 ya nos va a ir llevando al Puerto de Canencia, no sin hacernos sufrir un rato, pues va cogiendo altitud con unas pendientes muy machaconas. Además van apareciendo de vez en cuando algunos tramitos rocosos que se encargan de martirizar aún más tus piernas, entre otras cosas porque ya llevan un buen tute.
La subida, que yendo fresco seguramente sería otra cosa, se hace un poco larga en estas condiciones, pero parece que por fin se va acabando y hacemos una parada de reagrupamiento. Goyo llega con la rueda un pelín baja: parece que ha pinchado y hasta que ha funcionado el tubeless ha perdido un poco de presión, así que sacamos la bomba y restituimos la presión de la rueda.
Continuamos, para terminar la ya poca subida que nos queda y en poco tiempo llegamos al puerto de Canencia: la gran cantidad de coches aparcados no deja lugar a dudas. Dudamos en si coger agua, pues aunque ya no quedan subidas importantes todavía queda tela que cortar, pero todos estimamos que llevamos agua suficiente y continuamos.
Desde el puerto cogemos la carretera que baja hacia el sur, por la que cogemos una buena velocidad... tanta que cuando lo vemos no tenemos más remedio que pasarnos de largo el camino que sale por la izquierda por el que tenemos que seguir, hasta que conseguimos frenar, con cuidado ya que un ciclista de carretera que baja a rebufo nuestro va a seguir bajando por la carretera y no queremos ni estorbarle ni que nos embista.
Retrocedemos un poco por nuestra "pasada de frenada" y cogemos el camino. Este camino tiene algunos puntos rocosos y en una de esas noto que la rueda de atrás empieza a bufar... he debido de pinchar considerablemente para que sea capaz de oirlo en marcha... aviso a mis compañeros pero continúo sin parar durante un ratito, rodando para que el sistema tubeless pueda hacer su efecto, y cuando considero que ya ha sido suficiente paro, al igual que mis compañeros. Mi rueda ha perdido mucho aire pero no somo capaces de encontrar ningún boquete. La inflamos y revisamos también la de Goyo a la que restablecemos de nuevo la presión, que ha perdido un poco pero parece que ya ha sellado.
Circulamos un poco más y noto que de nuevo la rueda se queda floja y me culea en las curvas especialmente con grava, así que acabamos parando de nuevo y reinflamos la rueda, mientras que la de Goyo ya parece que ha quedado bien. Con este reinflado la mía ya quedaría también bien, y en este caso detecto que ha salido líquido antipinchazos por entre la cubierta y la llanta, por lo que deduzco que lo que ha pasado es que un golpeo contra una roca ha provocado el destalonado de la cubierta pero todo ya parece en orden. Suponemos que lo que le ha pasado a Goyo seguramente haya sido lo mismo.
Aunque inicialmente continúo con la mosca detrás de la oreja, con lo del pinchazo, pendiente de si la rueda pierde mucha presión, me iré dando cuenta que la rueda ha quedado un poco más floja de presión de lo que me gustaría pero parece que ya ha sellado del todo y ya ha quedado solucionado el problema.
Tras cruzar la carretera M-610 que une Bustarviejo con Miraflores, continuamos enlazando los caminos que nos llevan a coger una maravilla de sendero muy trialero, que empieza con acusadas ondulaciones y donde enseguida empieza a aparecer la roca. Vamos a buena velocidad por aquí y solventando rápidamente todos los tramitos muy trialeros y sumamente rocosos que nos vamos encontrando. Vemos a un ciclista que vamos a alcanzar y ha tenido que bajarse de la bici para pasar por uno de estos tramos, así que le gritamos para que por favor se aparte y nos deje paso, lo que hace rápidamente permitiéndonos rebasarle sin detenernos, quedando este ciclista sorprendido de la velocidad y desparpajo con los que pasamos nosotros; la verdad es que durante buena parte de la ruta nos hemos hartado de hacer el cabra por las rocas, así que a estas alturas de ruta ya vamos con toda confianza y con muchísima soltura, con la seguridad de que la bici medianamente bien conducida se merienda sin problemas todo lo que le pongas por delante por muy intransitable que parezca.
Llegando a Miraflores desaparece del todo la roca y aparece el barro, bastante molesto tanto porque te frena mucho la rodadura como por los deslizamientos laterales que sufres a nada que te descuides. Llegando al gran viaducto del tren que domina el paisaje, cruzamos un puentecito que hay a mano derecha y subimos por un senderito a una urbanización de Miraflores.
Una vez en Miraflores, la intención inicial de Ángel era llevarnos hacia la Fuente del Cura para bajar desde ahí a Soto del Real, en lugar de seguir más directos siguiendo el camino que acaba enlazando con el que baja a Soto del Real. El ir por la Fuente del Cura supone algo más de rodeo frente a la otra alternativa, pero es mucho más cómodo y agradecido que la alternativa de ir directo que tiene mucho sube y baja y se acaba haciendo muy pesada (razón por la cual Ángel quería evitarla). No obstante, como con los incidentes de la cala de los otros ciclistas y los "pinchazos" que hemos sufrido hemos ido saliéndonos algo del horario previsto, Ángel opta por llevarnos por la alternativa pesada pero corta.
La verdad es que sí que nos resulta pesada pues cada cuesta por pequeña que sea se va notando en nuestras piernas que ya van muy cargadas. Tras este tramito que tendrá del orden de 4 km pero que como nos adelantaba Ángel, y hemos comprobado, se hacen muy tediosos e insoportables, enlazamos con el camino que baja a Soto del Real, que es por el que hemos subido al inicio de la ruta.
De bajada por este camino en lugar de seguir por el propio camino vamos cogiendo todas las trialeras y desvíos que se conoce Ángel y que hacen muy ameno este descenso que hacemos a toda velocidad, dejándonos un regusto final muy bueno.
Llegamos a coche y lo primero que comentamos es el increíble rutón que nos hemos hecho, no solo por lo físico y lo técnico sino sobre todo por lo bonito y emocionante que ha resultado todo el recorrido; estamos los tres encantados y sumamente satisfechos. Ahora una cervecita rápida y de vuelta a Torrejón donde pacientemente nos esperan a comer.
Añado finalmente un brevísimo pero ilustrativo video de la ruta:
Estamos listos y echamos a rodar, el termómetro que llevo en la bici al principio no lo marcaba, pues todavía estaba con el calentito de haber ido dentro del coche, pero ahora ha ido cayendo en picado y llega a marcar por debajo de -3,5ºC, cerca de los -4ºC. Vamos casi en silencio encogidos por el frío, esperando pacientemente que la subida de Soto hacia Miraflores nos haga ir entrando en calor.
Mucho frío en el inicio de la ruta. Confiando en que el sol empiece a calentar |
Curiosamente a mitad de camino de Miraflores el termómetro empieza a subir a toda prisa... no sé si es el efecto de la inversión térmica (estamos subiendo altitud), o de que el amanecer empieza a luchar contra los efectos de la gélida noche que ha debido ser la pasada. Llegando ya a la altura de Miraflores el termómetro llega a superar los 8º: increible un cambio de unos 12ºC de diferencia en tan breve espacio de tiempo.
Abandomamos el camino que lleva a la Fuente del Cura para coger el que sube hacia el puerto de la Morcuera, y en la primera zeta ya optamos por hacer una parada para quitarnos ropa. Yo incluso me llego a poner los guantes de verano que no tienen dedos.
Continuamos con la subida hacia el puerto de la Morcuera, pasando por la Fuente de la Parada del Rey en la que no paramos porque vamos bien provistos de agua. De esta forma vamos subiendo con un ritmo bastante constante hasta la barrera del final del camino, donde tenemos que bajar de la bici para cruzarla y subir los últimos 2 km por la carretera hasta coronar el puerto.
Subiendo entre el bosque |
Coronamos el puerto, donde comemos algún plátano y alguna cosilla más para recuperar fuerzas... no en vano ya hemos hecho unos 16 km con casi 900 m de desnivel positivo. Aprovecho para cambiarme a los guantes intermedios porque ahora con los de verano iré un poco justo Allí en el puerto otros ciclistas que están unos metros más adelante tienen un problema con una cala que se les ha enganchado y no encuentran el modo de soltarla; nos piden ayuda y vamos a echarles una mano... el tema está complicado, pero despues de un puñado de minutos peleándolo, Ángel consigue soltarlo. Nos despedimos y reanudamos nuestra ruta.
Ángel picando algo en el puerto de la Morcuera. Al fondo los ciclistas que tienen un incidente con una cala y que van a venir a pedirnos ayuda. |
Goyo pasando por el cartel de coronación del puerto |
Continuamos al otro lado del puerto, bajando un tramito de unos 2 kilómetros por la carretera pasando por la fuente Cossío y el Refugio de la Morcuera, y nos salimos de la carretera por un camino que sale por la derecha y tiene una puerta. Ese camino, en el que ya empezamos a encontrarnos importantes placas de hielo, baja un poco a cruzar el arroyo y luego empieza a subir.
Seguimos con nuestro ritmillo de sin prisa pero sin pausa, subiendo hasta que la pendiente cede y aparece una bifurcación. El camino sigue por la derecha y por la izquierda, y de frente tenemos un cortafuegos que sube directo hacia las cimas. Para mi sorpresa no se sigue por ninguno de los dos caminos, sino por el cortafuegos, que en realidad es el PR-28.
Empezamos a subir por el cortafuegos, con una pendiente fuerte y un terreno muy irregular y suelto, así que la subidita hay que hacerla con calma si se quiere completar bien. Yo recurro en algún momento a hacer alguna que otra zeta a lo ancho del cortafuegos, para intentar hacer algo más abordable la pendiente.
Finalmente llegamos arriba, que es la cima de Peñas Viborizas (1788m). Este es el punto de mayor altitud de toda la ruta. Realmente el PR-28 que hemos cogido es un cortafuegos que va siguiendo el cordal, pasando por todas las cimas. El recorrido en consecuencia que nos vamos encontrando es bastante entretenido, con bajadas que son casi campo a través y subidas del mismo estilo que afortunadamente no son excesivamente largas y con un poco de empeño se dejan hacer.
Con esta tónica vamos pasando cimillas intermedias: Cancho de los Altares, Peña Mingomolinera y alguna más, hasta llegar a la cima del Espartal (1733m), coronada con un vértice geodésico. Aquí, en la cima del Espartal, tenemos que cruzar al otro lado de una valla para continuar así que, tras unos breves instantes de contemplar el paisaje, procedemos a ello.
Llegando al vértice geodésico del Espartal, con el Peñalara de fondo |
Vistas desde la cima del Espartal, con panel informativo |
Cruzando la valla. A la derecha asoma el vértice geodésico de la cima del Espartal |
Siguiendo el cordal tenemos ahora un divertido descenso hasta el collado de las Fuentes (1613m) y la posterior subida al Cerro del Águila (1658 m).
En el Cerro del Águila soltamos las bicis y nos encaramamos a unas rocas que hay al otro lado de la valla para contemplar las fabulosas vistas que hay del embalse de la Pinilla, el valle de Rascafría y el macizo de Peñalara. Allí nos entretenemos identificando los lugares que se ven, que son muchos en un día tan clareado como hoy, hacemos algunas bonitas fotos y picamos algunas cosillas para reponer fuerzas.
Vistas de La Pinilla y su embalse, desde lo alto del Cerro del Águila |
Autofoto con mis compañeros entretenidos identificando lugares. Al fondo se ven las poblaciones del valle |
A ver, atentos... ahora sí |
Ángel, con el Peñalara al fondo a la derecha |
Posando sobre las rocas |
Bajando de las rocas |
Y posando junto al hueco paisajístico que dejan las rocas |
Continuamos nuestro recorrido en la misma dirección. Bajamos por las laderas y llegamos al collado de El Portachuelo, para continuar hacia el siguiente cerro, por el que el recorrido solo sube un poco y esquiva su cima por la izquierda pasando por un hombro que hay.
En el siguiente collado el recorrido (PR-28) baja por la derecha y continúa avanzando a media ladera. En esta zona a media ladera, el PR-28 se ve que vuelve mucho más abajo y convertido en un camino en condiciones, despues de haber seguido hasta bastante más adelante. Para ahorrarnos el "vaiven" y darle más diversión al asunto, intentamos atajar bajando de forma bastante directa por una trialera a la que enseguida perdemos la pista al haber quedado enterrada entre las hojas del bosque; así que enseguida acabamos bajando de forma directa, pendiente abajo campo a través por este bosque con una buena inclinación esquivando árboles, ramas, troncos cortados... muy aventurero.
Llegamos al camino y tras unos metros iniciales más tranquilos, por él emprendemos un descenso en el que se coge bastante velocidad. Por la parte baja van aparecen edificaciones y algo de actividad humana, así que tenemos que tener cuidado con la velocidad que bajamos para no llevarnos un perro por delante o algo así. Así llegamos hasta acceder a la carretera M-629 antes de llegar a la población de Canencia.
Cogemos dicha carretera por la que hay que ir un tramito en dirección al puerto de Canencia, pasando junto al Refugio de Canencia. Nada más pasar el Refugio de Canencia la carretera cruza el arroyo mediante un puente e inmediatamente pasado el mismo sale un camino por la izquierda, que es el que vamos a coger ahora.
En el inicio del camino hay una barrera y hay unas placas de hielo impresionantes, así que tenemos que aproximarnos con cuidado y cruzar la barrera. Ya al otro lado de la barrera continuamos y cruzamos otro arroyo cuyo cauce está mitad cubierto de nieve, mitad circulando cierto caudal de agua; si hubiera ido solo o primero seguramente me habría bajado de la bici para cruzarlo, pero como veo que Ángel se mete por mitad de la nieve y por todo el cauce y cruza sin problema pues Goyo y yo no lo pensamos y hacemos lo mismo.
Vista atrás. Placa de hielo que hemos tenido que ir sorteando para llegar a la barrera |
Vista hacia delante tras cruzar la barrera |
Este camino, que sube al puerto de Canencia, tiene nada más cruzar el arroyo unas zetas iniciales realmente asfixiantes, puesto que además de la considerable pendiente es una subida bastante técnica con mucha roca y trozos de ramas, así que hay que acometerla con frialdad, temple y pensando bien los puntos de paso con la bici si no quieres acabar con los pies en el suelo, puesto que ademas son unos cuantos metros los que hay que subir así y es necesario dosificarse y economizar energías.
Por la izquierda se incorpora un camino justo donde finalizan estas demoledoras zetas iniciales: es nuestro ya archiconocido PR-28 al que nos incorporamos. Realmente si lo hubiéramos cogido desde el principio, a la entrada de la población de Canencia, nos habríamos ahorrado el tramito de carretera y estas insufribles zetas, pero supongo que Ángel nos ha traído por las zetas por eso de meternos por las zonas más exigentes.
El PR-28 ya nos va a ir llevando al Puerto de Canencia, no sin hacernos sufrir un rato, pues va cogiendo altitud con unas pendientes muy machaconas. Además van apareciendo de vez en cuando algunos tramitos rocosos que se encargan de martirizar aún más tus piernas, entre otras cosas porque ya llevan un buen tute.
La subida, que yendo fresco seguramente sería otra cosa, se hace un poco larga en estas condiciones, pero parece que por fin se va acabando y hacemos una parada de reagrupamiento. Goyo llega con la rueda un pelín baja: parece que ha pinchado y hasta que ha funcionado el tubeless ha perdido un poco de presión, así que sacamos la bomba y restituimos la presión de la rueda.
Cerca de acabar la subida al puerto de Canencia |
Goyo pasando por el mismo lugar |
Continuamos, para terminar la ya poca subida que nos queda y en poco tiempo llegamos al puerto de Canencia: la gran cantidad de coches aparcados no deja lugar a dudas. Dudamos en si coger agua, pues aunque ya no quedan subidas importantes todavía queda tela que cortar, pero todos estimamos que llevamos agua suficiente y continuamos.
Llegando al puerto de Canencia |
Desde el puerto cogemos la carretera que baja hacia el sur, por la que cogemos una buena velocidad... tanta que cuando lo vemos no tenemos más remedio que pasarnos de largo el camino que sale por la izquierda por el que tenemos que seguir, hasta que conseguimos frenar, con cuidado ya que un ciclista de carretera que baja a rebufo nuestro va a seguir bajando por la carretera y no queremos ni estorbarle ni que nos embista.
Retrocedemos un poco por nuestra "pasada de frenada" y cogemos el camino. Este camino tiene algunos puntos rocosos y en una de esas noto que la rueda de atrás empieza a bufar... he debido de pinchar considerablemente para que sea capaz de oirlo en marcha... aviso a mis compañeros pero continúo sin parar durante un ratito, rodando para que el sistema tubeless pueda hacer su efecto, y cuando considero que ya ha sido suficiente paro, al igual que mis compañeros. Mi rueda ha perdido mucho aire pero no somo capaces de encontrar ningún boquete. La inflamos y revisamos también la de Goyo a la que restablecemos de nuevo la presión, que ha perdido un poco pero parece que ya ha sellado.
Circulamos un poco más y noto que de nuevo la rueda se queda floja y me culea en las curvas especialmente con grava, así que acabamos parando de nuevo y reinflamos la rueda, mientras que la de Goyo ya parece que ha quedado bien. Con este reinflado la mía ya quedaría también bien, y en este caso detecto que ha salido líquido antipinchazos por entre la cubierta y la llanta, por lo que deduzco que lo que ha pasado es que un golpeo contra una roca ha provocado el destalonado de la cubierta pero todo ya parece en orden. Suponemos que lo que le ha pasado a Goyo seguramente haya sido lo mismo.
Aunque inicialmente continúo con la mosca detrás de la oreja, con lo del pinchazo, pendiente de si la rueda pierde mucha presión, me iré dando cuenta que la rueda ha quedado un poco más floja de presión de lo que me gustaría pero parece que ya ha sellado del todo y ya ha quedado solucionado el problema.
Tras cruzar la carretera M-610 que une Bustarviejo con Miraflores, continuamos enlazando los caminos que nos llevan a coger una maravilla de sendero muy trialero, que empieza con acusadas ondulaciones y donde enseguida empieza a aparecer la roca. Vamos a buena velocidad por aquí y solventando rápidamente todos los tramitos muy trialeros y sumamente rocosos que nos vamos encontrando. Vemos a un ciclista que vamos a alcanzar y ha tenido que bajarse de la bici para pasar por uno de estos tramos, así que le gritamos para que por favor se aparte y nos deje paso, lo que hace rápidamente permitiéndonos rebasarle sin detenernos, quedando este ciclista sorprendido de la velocidad y desparpajo con los que pasamos nosotros; la verdad es que durante buena parte de la ruta nos hemos hartado de hacer el cabra por las rocas, así que a estas alturas de ruta ya vamos con toda confianza y con muchísima soltura, con la seguridad de que la bici medianamente bien conducida se merienda sin problemas todo lo que le pongas por delante por muy intransitable que parezca.
Llegando a Miraflores desaparece del todo la roca y aparece el barro, bastante molesto tanto porque te frena mucho la rodadura como por los deslizamientos laterales que sufres a nada que te descuides. Llegando al gran viaducto del tren que domina el paisaje, cruzamos un puentecito que hay a mano derecha y subimos por un senderito a una urbanización de Miraflores.
Una vez en Miraflores, la intención inicial de Ángel era llevarnos hacia la Fuente del Cura para bajar desde ahí a Soto del Real, en lugar de seguir más directos siguiendo el camino que acaba enlazando con el que baja a Soto del Real. El ir por la Fuente del Cura supone algo más de rodeo frente a la otra alternativa, pero es mucho más cómodo y agradecido que la alternativa de ir directo que tiene mucho sube y baja y se acaba haciendo muy pesada (razón por la cual Ángel quería evitarla). No obstante, como con los incidentes de la cala de los otros ciclistas y los "pinchazos" que hemos sufrido hemos ido saliéndonos algo del horario previsto, Ángel opta por llevarnos por la alternativa pesada pero corta.
La verdad es que sí que nos resulta pesada pues cada cuesta por pequeña que sea se va notando en nuestras piernas que ya van muy cargadas. Tras este tramito que tendrá del orden de 4 km pero que como nos adelantaba Ángel, y hemos comprobado, se hacen muy tediosos e insoportables, enlazamos con el camino que baja a Soto del Real, que es por el que hemos subido al inicio de la ruta.
De bajada por este camino en lugar de seguir por el propio camino vamos cogiendo todas las trialeras y desvíos que se conoce Ángel y que hacen muy ameno este descenso que hacemos a toda velocidad, dejándonos un regusto final muy bueno.
Llegamos a coche y lo primero que comentamos es el increíble rutón que nos hemos hecho, no solo por lo físico y lo técnico sino sobre todo por lo bonito y emocionante que ha resultado todo el recorrido; estamos los tres encantados y sumamente satisfechos. Ahora una cervecita rápida y de vuelta a Torrejón donde pacientemente nos esperan a comer.
Añado finalmente un brevísimo pero ilustrativo video de la ruta:
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