Año 2016. Participantes: Hada, Laura, Victoria, Gabi, Goyo, Júcar y yo
Fin de semana en Cuenca, disfrutando como primera actividad de este divertido y vistoso barranco acuático poblado de exhuberante vegetación. Es un barranco que nos ha dejado muy buen sabor de boca.
Fin de semana en Cuenca, disfrutando como primera actividad de este divertido y vistoso barranco acuático poblado de exhuberante vegetación. Es un barranco que nos ha dejado muy buen sabor de boca.
Después de estudiarme todos los barrancos de la Serranía de Cuenca, escojo el de la Hoz Somera, por sus características que eran las que más me encajaban para lo que queríamos. En principio haríamos el Poyatos y, si hay ganas, la ferrata el sábado, y el domingo el barranco de la Hoz Somera.
No obstante, luego me daría cuenta que era mejor hacer el sábado el de la Hoz Somera y el domingo el Poyatos por dos motivos: el primero, la cercanía entre ambos hacía más recomendable combinar el sábado el de la Hoz Somera con la ferrata; el segundo es que el Poyatos es un barranco bastante transitado y el domingo es más fácil que nos encontráramos menos gente en él.
Somos 12 en total los que nos hemos juntado para el fin de semana, pero por unos motivos u otros no todos van a ir a todas las actividades. Para este primer barranco vamos a ser 7.
Datos:
Actividad: Barranquismo; Zona: Serranía de Cuenca
Características:
Barranco acuático en un entorno retirado, algo salvaje y con bastante vegetación. Roca poco resbaladiza. 6 resaltes (rápeles) y 1 caos. Un sifón opcional. Barranco muy agradable y disfrutón.
Croquis:
Tiempos:
Los tiempos aproximados son los siguientes:
- Aproximación desde el coche al inicio del barranco: 30-40 min
- Descenso del Barranco: Unas 2,5 horas aproximadamente, incluyendo la hoz de Tragavivos
- Regreso al coche: 30 min
Track: No disponible, por el momento
Fecha: 25 de junio de 2016
Hemos llegado la tarde-noche anterior a la población de Poyatos, donde nos alojamos. Tras levantarnos, desayunar, preparar los macutos y todo, cogemos dos coches y salimos.
Hay que ir en dirección hacia Priego, pero al llegar al cruce con la carretera que nos lleva por la izquierda a Priego y Cañamares y por la derecha a Cañizares, en lugar de tirar hacia Priego, hay que tirar en dirección contraria, es decir, por la derecha hacia Cañizares. Se pasa un túnel y se sigue un poco más hasta que, en torno al km 34, venos una amplia pista de tierra que va por la izquierda paralela a la carretera y que un poco más adelante podemos coger con un giro a la izquierda.
Una vez cogida la pista, hay que seguirla durante mucho rato; creo que son del orden de 14 km, que por pista de tierra se acaban haciendo largos. La pista en general está en bastante buen estado, así que aunque mi coche no es un todoterreno precisamente voy conduciendo a cierta velocidad probando mis reflejos esquivando baches como si fuera un videojuego; es la forma de no acabar echando muchísimo tiempo para recorrerla. Gabi me sigue con el otro coche, que sí es todoterreno, en este frenético recorrido. La diferencia está entre hacerlo en apenas media hora a echarle una hora si vas con más cuidado, ya que son muchos kilómetros. No obstante hay algunos tramos mucho más rotos y de pedrera suelta en los que forzosamente hay que ir más despacio. También hay que tener cuidado con los pasos de agua que aparecen de vez en cuando para no tragárselos, ya que son bastante agresivos... el primero me costó un buen frenazo y, a pesar de ello, un gran "badenazo", pero para los siguientes enseguida aprendes a reconocerlos desde la distancia para tener tiempo de reducir drásticamente la velocidad.
A mitad de recorrido de la pista hay una bifurcación donde paro porque me entran dudas, pero acabo deduciendo que es por la derecha... si hubiera consultado el croquis, en lugar del gps que está rebelde y no ha cogido cobertura, no habría tenido ninguna duda ya que está perfectamente indicado (ver primer croquis de más arriba).
Finalmente llegamos a la central hidroeléctrica, donde no se ve más continuación que un puente que sale por la izquierda. El puente tiene un aspecto poco tranquilizador, con apariencia de débil y en mal estado. Como no hay otra posibilidad de seguir con el coche, deduzco que es por el puente, así que me decido a cruzarlo, eso si, muy despacio y escuchando cualquier ruido que pudiera hacer la estructura y ponerme alerta. El puente encima es muy estrechurrio para el coche. Pero una vez transitando por él te das cuenta que es más sólido de lo que aparenta. Goyo ha optado por bajarse del otro coche y va cruzando por delante nuestra para ir observando y por si necesitáramos indicaciones debido a la estrechez del puente.
Tras cruzar el puente la pista mejora y sube hasta la pequeña población, o quizás mejor dicho pedanía, de Santa Cristina, que como hemos podido comprobar, se encuentra muy alejada del asfalto más próximo. La reseña que tengo indica que se deja aquí el coche, así que cruzo la población en la casi imposible misión de buscar algún hueco donde poder dejar el coche (y no porque haya muchos coches, sino por el poco espacio físico disponible que dejan la orografía, las casas y la vegetación). Acabo rebasando este pequeño núcleo y sigo unos metros por la continuación de la pista hasta encontrar un sitio donde poder apartar un poco los coches sin que bloqueen el camino.
Una vez "acomodados" los coches como hemos podido, nos ponemos el bañador, calzado correspondiente, cogemos macutos y neoprenos y echamos a andar continuando el camino.
La aproximación es fácil. Hay que seguir el camino, que va subiendo y haciendo alguna "ese" que otra para ir ganando altitud, hasta llegar a una cota alta a partir de la cual se vuelve descendente con una cierta pendiente. Al poco de iniciar el tramo descendente sale una ramificación en perpendicular por la derecha que baja más directamente y que es la que hay que coger. Vamos bajando por este otro camino un rato hasta que se oye el agua fluir por el fondo del barranco, momento en el cual deduzco que hay que salirse del camino e intentar localizar el sendero que nos lleva a él. Estoy en un punto del camino que tiene toda la pinta que es donde hay que salirse y coger el sendero, pero no acabo de ver el sendero hasta que me lo dice Júcar... debo de estar un poco cegato, porque he pasado junto a él y no me he dado ni cuenta a pesar de ir buscándolo.
Bajamos por el sendero hasta que llegamos al agua. Hay mucha vegetación, hasta el punto de entorpecer un poco el haber llegado hasta aquí. El barranco lleva agua, lo cual es una alegría ante el temor de que fuera más o menos seco o corto de agua. Es el momento de desahogar vejigas y hacer todo lo que haya que hacer antes de meterse en el traje de neopreo.
Una vez embutidos en los trajes de neopreno, aprovechamos para hacernos una foto de grupo antes de iniciar el barranco. Algunos ya hemos catado el agua y está bastante fresquita. Aún así Goyo se atreve a ir sin la parte superior del neopreno, ya que se la ha dejado por ser las fechas que son.
Echamos a andar por el cauce. El inicio es un buen rato avanzando por el cauce, bonito y vistosillo... pero estamos todos deseando llegar a la "chicha" del barranco donde empiecen los resaltes.
Llegamos a zonas donde hay pozas en las que el agua ya se te cuela por el cogote y forzosamente acabas de aclimatarte a ella y enseguida estamos en el primer resalte.
No hay una distancia excesiva entre cada resalte y el siguiente. En los dos primeros hago unas bonitas fotos con el móvil a cada uno rapelando, tomadas desde arriba, que desgraciadamente acabo perdiendo. Una lástima porque las fotos aparentemente quedaban genial, pero por accidente me quedé sin ellas. A partir del tercer resalte ya uso la cámara de fotos en lugar del móvil y esas afortunadamente sí que las tengo.
Los rápeles son bastante chulos. No son excesivamente altos, ya que están todos entre 8 y 12 metros, pero están bastante bien y corre el agua. En algún sitio he leído que hay alguno de esos 6 resaltes que es saltable, pero desde luego nosotros sin conocerlo y sin verlo nada claro hicimos todos rapelando.
Estamos totalmente solos en el barranco, lo que es una gran comodidad. Eso nos ayuda a disfrutar todavía más de este barranco.
Entre el cuarto y el quinto resalte hay un caos. Se entra por el por una ventanita que hay a la derecha por la que hay que pasar a rastras ya que es bastante pequeña. Es una mezcla de "caos" y "oscuros", pues estás con muy poca luz, pero la suficiente para avanzar. El caos es cortito pero está realmente curioso. Finaliza en una especie de caverna de la que hay dos posibilidades de salir: la evidente por la ventana de la derecha, o por un sifón que hay a la izquierda. He leído que se puede pasar por el sifón, pero tiene algo de longitud (por lo menos más de metro y medio, porque metiendo la longitud de mi cuerpo y estirándome todo lo que pude no llegué a tocar la salida con la punta de los pies). Ante el desconocimiento y sin gafas de buceo con las que poder ver mejor el panorama subterráneo preferimos saltárnoslo ante el riesgo de quedarnos atrapados o atascados bajo el agua... ya me pasó una vez que al inspeccionar un posible sifón se me quedó el casco encajado entre dos rocas, quizás fueron sólo unas décimas de segundo pero fueron suficientes para darte el susto y grabar en tu mente este posible peligro si no sabes por donde te metes.
Tras el caos quedan los resaltes quinto y sexto, siendo el último, de 12 metros, el más alto del barranco.
Una vez finalizados los resaltes, toda andar por el cauce del río hasta confluir con el río Guadiela. A partir de este punto, donde empiezan la Hoz de Tragavivos, el cauce va aumentando y pronto te ves nadando en él.
El recorrer la Hoz de Tragavivos muchos tramos se hacen nadando, cada vez más, flotando tan ricamente con el neopreno y disfrutando del agua, el sol y el entorno. En esta parte nos encontramos por primera vez con gente, aunque se trata simplemente de algunos senderistas que han venido por los senderos de la orilla.
La última parte es nadando prácticamente de continuo. Aunque se disfruta, se empieza a hacer largo en el sentido de que te empiezas a preocupar si no teníamos que habernos salido antes del río. Es lo que tiene la mayoría del grupo en la cabeza y de hecho comentan en alguna ocasión que otra el salirse por algún sendero que se intuye por la orilla derecha. Estamos encerrados entre grandes paredones, así que no vale salirse por cualquier sitio. Yo sé que hay que llegar a una escalera que hay en la orilla derecha y, en el peor de los casos de que te la pases, acabas llegando a la central hidroeléctrica, lo cual es un peligro cuando hay mucho caudal, pero hoy no parece el caso. Por ello cojo un poco de delantera al grupo con idea de evitarles las tentaciones de salirse antes de tiempo y a la vez de intentar localizar la escalera e indicárselo cuanto antes para darles seguridad de que vamos por el sitio correcto.
Según avanzo nadando me encuentro con el río invadido por juncos que prácticamente cortan el paso, o al menos lo complican y desde luego lo hacen menos agradable... ahí si que pienso que ahora sí es el momento de salirse, a la vez que descubro en la orilla derecha la famosa escalera que estaba buscando para salirnos. Se lo anuncio al grupo con una voz y las incertidumbres ya están resueltas.
Espero a que vayan llegando mis compañeros y subo las escaleras, que están medio sueltas y se mueven un montón. Desde unos pasos más adelante de acabar las escaleras veo que hay un buen sitio para saltar... lo malo es la profundidad, que por ese sitio es de unos 2 metros, no mucho más (me lo comprueban los compañeros que están todavía en el agua), y voy a saltar desde unos 4 o 5 metros... algo insuficiente, pero como veo que el fondo es terroso me animo a saltar cuidando de llevar las rodillas ligeramente flexionadas para amortiguar cuando toque fondo. Caigo y efectivamente toco fondo, pero sin ningún problema. Visto el resultado, algunos compañeros también se animan a saltar e incluso yo vuelvo a repetir. Y es que si hemos podido echar en falta algo a este barranco es algún salto, así que ha sido un buen final.
Tras salir por la escalera hay que seguir un sendero que sigue alineado con el descenso del río, hasta que finalmente se decide a subir y enseguida nos encontramos de nuevo en la población de Santa Cristina. Allí salimos justo a un lavadero de los antiguos de lavar la ropa, sitio ideal para enjuagar neopreno, macuto y todo lo que se tercie. Compruebo que la máquina de fotos se me ha mojado, así que habrá que esperar a que se seque para que vuelva a funcionar. Lo único malo del sitio es que los tábanos se están poniendo las botas con nosotros.
Mientras los demás terminan, nos acercamos Gabi y yo a por lo coches. Bajo la ventanilla para aliviar el calor y empiezo a circular... oigo un ruido en la rueda, como si llevara algo adosado en la superficie, pero al poco deja de sonar y ya no le doy importancia. Recogemos a los demás y volvemos por la larga pista de 14 km en dirección al asfalto. Ahí prácticamente montamos un rally hasta el punto de que acabo dando una curva derrapando. Yo no lo veo, pero a Gabi, según me contó después, le sucede igual al entrar demasiado fuerte en una curva. En mi caso puede haberse debido, como comprobaría más tarde, por haber pinchado como comprobaría después (y de ahí posiblemente el ruidito de la rueda de antes al coger el coche).
Nos dirigimos a Priego, donde nos juntamos con los que no han venido al barranco y allí comemos estupendamente. Al volver a coger el coche es cuando veo que la rueda está pinchada, pero la cambiamos allí en un momento.
Tal como habíamos previsto, es el momento de acercarnos a la vía ferrata de Las Buitreras, muy cercana a Priego. Hace mucho calor, pero no hay otro momento. La mayoría decide volverse a descansar a la casa rural y solo optamos por ir a la ferrata Alba, Victoria, Gabi, Júcar y yo, pero eso ya os lo cuento en la entrada de la vía ferrata de Las Buitreras (próximamente).
Hay que ir en dirección hacia Priego, pero al llegar al cruce con la carretera que nos lleva por la izquierda a Priego y Cañamares y por la derecha a Cañizares, en lugar de tirar hacia Priego, hay que tirar en dirección contraria, es decir, por la derecha hacia Cañizares. Se pasa un túnel y se sigue un poco más hasta que, en torno al km 34, venos una amplia pista de tierra que va por la izquierda paralela a la carretera y que un poco más adelante podemos coger con un giro a la izquierda.
Una vez cogida la pista, hay que seguirla durante mucho rato; creo que son del orden de 14 km, que por pista de tierra se acaban haciendo largos. La pista en general está en bastante buen estado, así que aunque mi coche no es un todoterreno precisamente voy conduciendo a cierta velocidad probando mis reflejos esquivando baches como si fuera un videojuego; es la forma de no acabar echando muchísimo tiempo para recorrerla. Gabi me sigue con el otro coche, que sí es todoterreno, en este frenético recorrido. La diferencia está entre hacerlo en apenas media hora a echarle una hora si vas con más cuidado, ya que son muchos kilómetros. No obstante hay algunos tramos mucho más rotos y de pedrera suelta en los que forzosamente hay que ir más despacio. También hay que tener cuidado con los pasos de agua que aparecen de vez en cuando para no tragárselos, ya que son bastante agresivos... el primero me costó un buen frenazo y, a pesar de ello, un gran "badenazo", pero para los siguientes enseguida aprendes a reconocerlos desde la distancia para tener tiempo de reducir drásticamente la velocidad.
A mitad de recorrido de la pista hay una bifurcación donde paro porque me entran dudas, pero acabo deduciendo que es por la derecha... si hubiera consultado el croquis, en lugar del gps que está rebelde y no ha cogido cobertura, no habría tenido ninguna duda ya que está perfectamente indicado (ver primer croquis de más arriba).
Finalmente llegamos a la central hidroeléctrica, donde no se ve más continuación que un puente que sale por la izquierda. El puente tiene un aspecto poco tranquilizador, con apariencia de débil y en mal estado. Como no hay otra posibilidad de seguir con el coche, deduzco que es por el puente, así que me decido a cruzarlo, eso si, muy despacio y escuchando cualquier ruido que pudiera hacer la estructura y ponerme alerta. El puente encima es muy estrechurrio para el coche. Pero una vez transitando por él te das cuenta que es más sólido de lo que aparenta. Goyo ha optado por bajarse del otro coche y va cruzando por delante nuestra para ir observando y por si necesitáramos indicaciones debido a la estrechez del puente.
Tras cruzar el puente la pista mejora y sube hasta la pequeña población, o quizás mejor dicho pedanía, de Santa Cristina, que como hemos podido comprobar, se encuentra muy alejada del asfalto más próximo. La reseña que tengo indica que se deja aquí el coche, así que cruzo la población en la casi imposible misión de buscar algún hueco donde poder dejar el coche (y no porque haya muchos coches, sino por el poco espacio físico disponible que dejan la orografía, las casas y la vegetación). Acabo rebasando este pequeño núcleo y sigo unos metros por la continuación de la pista hasta encontrar un sitio donde poder apartar un poco los coches sin que bloqueen el camino.
Una vez "acomodados" los coches como hemos podido, nos ponemos el bañador, calzado correspondiente, cogemos macutos y neoprenos y echamos a andar continuando el camino.
La aproximación es fácil. Hay que seguir el camino, que va subiendo y haciendo alguna "ese" que otra para ir ganando altitud, hasta llegar a una cota alta a partir de la cual se vuelve descendente con una cierta pendiente. Al poco de iniciar el tramo descendente sale una ramificación en perpendicular por la derecha que baja más directamente y que es la que hay que coger. Vamos bajando por este otro camino un rato hasta que se oye el agua fluir por el fondo del barranco, momento en el cual deduzco que hay que salirse del camino e intentar localizar el sendero que nos lleva a él. Estoy en un punto del camino que tiene toda la pinta que es donde hay que salirse y coger el sendero, pero no acabo de ver el sendero hasta que me lo dice Júcar... debo de estar un poco cegato, porque he pasado junto a él y no me he dado ni cuenta a pesar de ir buscándolo.
Bajamos por el sendero hasta que llegamos al agua. Hay mucha vegetación, hasta el punto de entorpecer un poco el haber llegado hasta aquí. El barranco lleva agua, lo cual es una alegría ante el temor de que fuera más o menos seco o corto de agua. Es el momento de desahogar vejigas y hacer todo lo que haya que hacer antes de meterse en el traje de neopreo.
Una vez embutidos en los trajes de neopreno, aprovechamos para hacernos una foto de grupo antes de iniciar el barranco. Algunos ya hemos catado el agua y está bastante fresquita. Aún así Goyo se atreve a ir sin la parte superior del neopreno, ya que se la ha dejado por ser las fechas que son.
Foto de grupo antes de iniciar el barranco, en medio de una frondosa vegetación |
Echamos a andar por el cauce. El inicio es un buen rato avanzando por el cauce, bonito y vistosillo... pero estamos todos deseando llegar a la "chicha" del barranco donde empiecen los resaltes.
Llegamos a zonas donde hay pozas en las que el agua ya se te cuela por el cogote y forzosamente acabas de aclimatarte a ella y enseguida estamos en el primer resalte.
No hay una distancia excesiva entre cada resalte y el siguiente. En los dos primeros hago unas bonitas fotos con el móvil a cada uno rapelando, tomadas desde arriba, que desgraciadamente acabo perdiendo. Una lástima porque las fotos aparentemente quedaban genial, pero por accidente me quedé sin ellas. A partir del tercer resalte ya uso la cámara de fotos en lugar del móvil y esas afortunadamente sí que las tengo.
Uno de los resaltes |
Gabi controlando desde abajo a los menos experimentados |
Júcar iniciando el rápel |
Los rápeles son bastante chulos. No son excesivamente altos, ya que están todos entre 8 y 12 metros, pero están bastante bien y corre el agua. En algún sitio he leído que hay alguno de esos 6 resaltes que es saltable, pero desde luego nosotros sin conocerlo y sin verlo nada claro hicimos todos rapelando.
Laura rapelando en otro de los resaltes |
Más abajo |
Y aterrizando en el agua ante la mirada de Júcar |
Victoria tras haber superado el primer tramito que resulta un poco "retorcido" |
Finalizando el rápel con ducha incluida |
Y reagrupándose con los demás |
Estamos totalmente solos en el barranco, lo que es una gran comodidad. Eso nos ayuda a disfrutar todavía más de este barranco.
Goyo tras haber descendido otro de los resaltes |
Laura descendiéndolo |
Victoria terminándolo |
Entre el cuarto y el quinto resalte hay un caos. Se entra por el por una ventanita que hay a la derecha por la que hay que pasar a rastras ya que es bastante pequeña. Es una mezcla de "caos" y "oscuros", pues estás con muy poca luz, pero la suficiente para avanzar. El caos es cortito pero está realmente curioso. Finaliza en una especie de caverna de la que hay dos posibilidades de salir: la evidente por la ventana de la derecha, o por un sifón que hay a la izquierda. He leído que se puede pasar por el sifón, pero tiene algo de longitud (por lo menos más de metro y medio, porque metiendo la longitud de mi cuerpo y estirándome todo lo que pude no llegué a tocar la salida con la punta de los pies). Ante el desconocimiento y sin gafas de buceo con las que poder ver mejor el panorama subterráneo preferimos saltárnoslo ante el riesgo de quedarnos atrapados o atascados bajo el agua... ya me pasó una vez que al inspeccionar un posible sifón se me quedó el casco encajado entre dos rocas, quizás fueron sólo unas décimas de segundo pero fueron suficientes para darte el susto y grabar en tu mente este posible peligro si no sabes por donde te metes.
Tras el caos quedan los resaltes quinto y sexto, siendo el último, de 12 metros, el más alto del barranco.
Júcar, aterrizando en otro de los resaltes |
Victoria rapelándolo |
Una vez finalizados los resaltes, toda andar por el cauce del río hasta confluir con el río Guadiela. A partir de este punto, donde empiezan la Hoz de Tragavivos, el cauce va aumentando y pronto te ves nadando en él.
El recorrer la Hoz de Tragavivos muchos tramos se hacen nadando, cada vez más, flotando tan ricamente con el neopreno y disfrutando del agua, el sol y el entorno. En esta parte nos encontramos por primera vez con gente, aunque se trata simplemente de algunos senderistas que han venido por los senderos de la orilla.
La última parte es nadando prácticamente de continuo. Aunque se disfruta, se empieza a hacer largo en el sentido de que te empiezas a preocupar si no teníamos que habernos salido antes del río. Es lo que tiene la mayoría del grupo en la cabeza y de hecho comentan en alguna ocasión que otra el salirse por algún sendero que se intuye por la orilla derecha. Estamos encerrados entre grandes paredones, así que no vale salirse por cualquier sitio. Yo sé que hay que llegar a una escalera que hay en la orilla derecha y, en el peor de los casos de que te la pases, acabas llegando a la central hidroeléctrica, lo cual es un peligro cuando hay mucho caudal, pero hoy no parece el caso. Por ello cojo un poco de delantera al grupo con idea de evitarles las tentaciones de salirse antes de tiempo y a la vez de intentar localizar la escalera e indicárselo cuanto antes para darles seguridad de que vamos por el sitio correcto.
Según avanzo nadando me encuentro con el río invadido por juncos que prácticamente cortan el paso, o al menos lo complican y desde luego lo hacen menos agradable... ahí si que pienso que ahora sí es el momento de salirse, a la vez que descubro en la orilla derecha la famosa escalera que estaba buscando para salirnos. Se lo anuncio al grupo con una voz y las incertidumbres ya están resueltas.
Espero a que vayan llegando mis compañeros y subo las escaleras, que están medio sueltas y se mueven un montón. Desde unos pasos más adelante de acabar las escaleras veo que hay un buen sitio para saltar... lo malo es la profundidad, que por ese sitio es de unos 2 metros, no mucho más (me lo comprueban los compañeros que están todavía en el agua), y voy a saltar desde unos 4 o 5 metros... algo insuficiente, pero como veo que el fondo es terroso me animo a saltar cuidando de llevar las rodillas ligeramente flexionadas para amortiguar cuando toque fondo. Caigo y efectivamente toco fondo, pero sin ningún problema. Visto el resultado, algunos compañeros también se animan a saltar e incluso yo vuelvo a repetir. Y es que si hemos podido echar en falta algo a este barranco es algún salto, así que ha sido un buen final.
Tras salir por la escalera hay que seguir un sendero que sigue alineado con el descenso del río, hasta que finalmente se decide a subir y enseguida nos encontramos de nuevo en la población de Santa Cristina. Allí salimos justo a un lavadero de los antiguos de lavar la ropa, sitio ideal para enjuagar neopreno, macuto y todo lo que se tercie. Compruebo que la máquina de fotos se me ha mojado, así que habrá que esperar a que se seque para que vuelva a funcionar. Lo único malo del sitio es que los tábanos se están poniendo las botas con nosotros.
Mientras los demás terminan, nos acercamos Gabi y yo a por lo coches. Bajo la ventanilla para aliviar el calor y empiezo a circular... oigo un ruido en la rueda, como si llevara algo adosado en la superficie, pero al poco deja de sonar y ya no le doy importancia. Recogemos a los demás y volvemos por la larga pista de 14 km en dirección al asfalto. Ahí prácticamente montamos un rally hasta el punto de que acabo dando una curva derrapando. Yo no lo veo, pero a Gabi, según me contó después, le sucede igual al entrar demasiado fuerte en una curva. En mi caso puede haberse debido, como comprobaría más tarde, por haber pinchado como comprobaría después (y de ahí posiblemente el ruidito de la rueda de antes al coger el coche).
Nos dirigimos a Priego, donde nos juntamos con los que no han venido al barranco y allí comemos estupendamente. Al volver a coger el coche es cuando veo que la rueda está pinchada, pero la cambiamos allí en un momento.
Tal como habíamos previsto, es el momento de acercarnos a la vía ferrata de Las Buitreras, muy cercana a Priego. Hace mucho calor, pero no hay otro momento. La mayoría decide volverse a descansar a la casa rural y solo optamos por ir a la ferrata Alba, Victoria, Gabi, Júcar y yo, pero eso ya os lo cuento en la entrada de la vía ferrata de Las Buitreras (próximamente).
Buen croquis.
ResponderEliminarSaludos