miércoles, 4 de febrero de 2015

Temperatura y sensación térmica

Temperatura y sensación térmica

Ahora que estamos en plena "temporada invernal" creo que puede ser buen momento para clarificar las diferencias en sentido práctico entre temperatura y sensación térmica y en qué nos afecta una y otra. Voy a intentar explicarlo de forma que todo el mundo pueda entender los conceptos.

El concepto de temperatura, aunque no es fácil de definir, creo que más o menos todo el mundo lo tiene claro: es una magnitud que nos sirve para medir lo frío o caliente que está un objeto. Es una magnitud muy objetiva sobre un objeto (sólido, líquido o gaseoso) concreto.

El concepto de sensación térmica no todo el mundo lo tiene claro. Digamos que podría considerarse como la percepción térmica del cuerpo humano. Pero, ¿por qué muchas veces no coinciden los valores de temperatura y sensación térmica, si parecen dos conceptos prácticamente iguales?

La sensación térmica coincide con la temperatura en condiciones de humedad normal y sin viento. Pero, ¿qué ocurre cuando hay una humedad diferente y viento? ¿Qué diferencia hay?

El cuerpo humano es generador de calor. Lo hace para mantenerse a unos 36,5º C, que es la temperatura adecuada para su correcto funcionamiento. En un ambiente frío, lógicamente ese calor se va transmitiendo al aire, en torno al perímetro del cuerpo. Podría decirse que se forma como una especie de capa de calor alrededor del cuerpo, que va disipándose conforme se aleja de él. Ello ayuda también al cuerpo humano a mantener su temperatura.

Principalmente la ausencia de viento es la condición ideal para que esta especie de capa sea lo más efectiva posible de cara a mantener el calor del cuerpo en ambientes fríos. En esa situación hacemos equivaler el valor de la sensación térmica con el de la temperatura real de la atmósfera.
 
Pero si hay viento en ambientes fríos, la disipación de calor en el aire es más rápida y a nuestro cuerpo le cuesta más mantener su temperatura de 36,5 ºC. Si buscamos la temperatura a la que, en ausencia de viento, a nuestro cuerpo humano le cuesta lo mismo mantener la temperatura de 36,5 ºC que en la situación anterior, nos encontraremos que ésta serán, por ejemplo, 5 o 10 ºC menos. Digamos que en ambientes fríos a nuestro cuerpo se le va igual de rápido el calor si hace esos 10 ºC más pero hace viento, que si hacen 10 ºC menos sin viento. Está bien puesto el nombre de sensación térmica porque, en definitiva, en ambas situaciones nuestro cuerpo va a percibir la misma sensación de frío.
 
 
Veamos con un poco de detalle cómo afecta cada uno de los factores que condicionan la sensación térmica.


Efecto del viento

En ambientes fríos, la situación es bastante clara, pues como ya he comentado, cuanto más viento haga menos aguantará la capa de calor alrededor de nuestro cuerpo. Los valores de sensación térmica por efecto del viento están ya más o menos cuantificados o "establecidos", y son los que se muestran en la siguiente tabla (que puedes pinchar para ampliar):

Sensación térmica en función de la temperatura y la velocidad del viento

No obstante, en todo momento hemos hablado de ambientes fríos, quizás porque normalmente es lo que más nos interesa, y no hemos visto lo que pasa cuando hace calor:

La temperatura media de nuestra piel ronda los 32 ºC. Si la temperatura real es superior a esos 32 ºC, lo que pasará es que la situación se invertirá y la "capa caliente" alrededor de nuestro cuerpo será ahora una "capa fresca" que nos protege contra el calor del ambiente. En esta situación, el viento, caliente, nos afectará también de forma desfavorable, mitigando esa capa fresca y dificultando que nuestro cuerpo pueda tener una temperatura más baja que la del ambiente. Por tanto, por encima de esos 32 ºC, al contrario de lo que ocurre en ambientes fríos la sensación térmica aumenta al aumentar la velocidad del aire, sintiendo más calor del que corresponde al marcado por el termómetro.


Efecto de la humedad

La humedad suele presentar un papel secundario de cara a influir en la sensación térmica, donde el viento normalmente es el protagonista principal.

Pero, ¿cómo influye la humedad en la sensación térmica? La respuesta es que influye dificultando o favoreciendo la evaporación de nuestra transpiración. Cuanto más humedad haya, más difícil es evacuar la transpiración.

Por tanto, en ambientes muy húmedos (la humedad es elevada) el organismo encuentra dificultad para disipar el calor producido por el metabolismo interno. En esta situación, por tanto, el valor de la sensación térmica es superior al de la temperatura exterior.

Por el contrario, en ambientes secos (la humedad es muy baja) se produce un mayor enfriamiento de la piel debido a la mayor evaporación de la transpiración favorecida por la baja humedad del aire. En este caso, la sensación térmica es menor que la temperatura exterior.

En la siguiente tabla se muestra la sensación térmica en función de la temperatura y la humedad:
  
Sensación térmica en función de la temperatura y la humedad

No obstante, como se puede comprobar en la tabla anterior, las diferencias de magnitud entre temperatura y sensación térmica debidas a la humedad son mucho menores que las debidas a la acción del viento.


En la práctica

En definitiva, en lo que tenemos que fijarnos para tener en cuenta la influencia del frío en nuestro organismo (congelaciones, hipotermia, mal funcionamiento de órganos, etc) es en la sensación térmica. Es lo que realmente mide el grado de afección del frío a nuestro cuerpo.

Con ropa normal, nuestra sensación térmica particular será la que se derive del ambiente. Pero... ¿hay alguna forma de intentar contrarrestar esto?

Pues sí, pero en parte. Por ejemplo, si usamos prendas con membranas tipo cortavientos conseguiremos proteger gran parte del calor corporal de los efectos del viento. Con esto conseguiremos que nuestra sensación térmica particular se parezca algo más a la temperatura ambiental real, aunque este efecto será solo parcial ya que al pasar al otro lado de la membrana el efecto se pierde y el calor seguirá disipándose mucho más rápido afectando a la pérdida de temperatura de la prenda de ropa en sí. 

Y hay otra cuestión que, aunque es evidente, no hay que olvidar: solo estás protegido contra el viento en las zonas en las que tengas puesta esa membrana. Y además si hay uniones con presencia de ciertas holguras se perderá efectividad, especialmente cuanto mejor pueda correr el aire por dentro de nuestras prendas ya que en ese caso las pérdidas de calor son muy notables (por esos las prendas más ajustadas al cuerpo son las más efectivas para mantener el calor).


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